domingo, 25 de noviembre de 2012

Entrevista a Sonny Rollins

Complementando la crónica anterior del concierto de Sonny Rollins en Barcelona, dejamos aquí una parte del artículo publicado por Miquel Jurado en el diario El País tras entrevistar a Rollins horas antes del concierto.
 
 
"...Se le nota cansado pero una vez que comienza a hablar de música su semblante cambia de forma casi radical y su mirada se ilumina. “Actualmente es muy difícil tocar jazz porque hay muchos músicos que han alcanzado un nivel técnico extraordinario”, comenta el saxofonista neoyorkino, que sonríe malicioso ante la insinuación de que hay un exceso de técnica en el jazz actual. “Quizás, pero no quería decirlo en ese sentido. Me refería a que el jazz está compitiendo cada vez más con determinados tipos de música como la world o el hip hop que no existían cuando yo comencé. El jazz vive un momento crítico pero creo que, en el fondo, el hip hop y todas esas cosas son parte del jazz, están bajo el mismo paraguas”.

El exceso de música en el ambiente provocado por las nuevas tecnologías no parece preocuparle. “Es inevitable, están ahí. Cada vez hay nuevas formas de hacer llegar la música al público y está bien. No soy una persona muy tecnológica, más bien soy un primitivo. Si la música tiene suficiente fuerza siempre sobrevivirá. El hip hop, por ejemplo, hay bueno y malo, como el jazz”. La repetición del ejemplo provoca la pregunta: ¿Le gusta el hip hop? “Lo escucho y veo que es muy similar a todo lo que he ido haciendo a lo largo de mi vida: gente más joven que expresa situaciones actuales. Siempre han existido artistas así, es un poco más de lo mismo. Nada nunca cambia, sólo toma formas diferentes”.

A sus 82 años, Sonny Rollins sigue en la carretera con una media de treinta conciertos anuales. “No me cansan los viajes, es mi vida; siempre viajando”. El que sí ha ido cambiando, lógicamente, es el público.  “A mis conciertos, sobre todo en Japón acude mucha gente joven pero a los jóvenes no les gusta ir a los mismos lugares que sus padres y eso les corta. Sucede igual que cuando los blancos comenzaron a ir a los conciertos de jazz, entonces los negros dejaron de ir. Siempre es así, ¡hay tantas zonas malas en la naturaleza humana!”.

En la conversación aparece, lógicamente el nombre de Barack Obama que hace poco tiempo le otorgó la Medalla Nacional de las Artes norteamericana. “Clinton sabía más de jazz porque tocaba un instrumento; Obama no toca ninguno pero escucha mucha música. Políticamente, para mí Obama no es perfecto pero…La política está tan degradada que intento no interesarme en ella, antes lo hacía pero ahora lo que más me interesa es el sentido de la vida, la política ha perdido importancia. Estamos aquí por un tiempo corto y es importante descubrir por qué, cuál es la razón. Tengo claro que no estoy aquí para ir al cine o tomarme un helado, estoy comenzando a comprenderlo. La música forma parte de esta comprensión de la vida pero esa comprensión no forma parte de la música. Yo vivo cada día y la música es lo que hago para vivir. Con la música pretendo que el oyente se sienta mejor consigo mismo y con lo que le rodea, que comprenda que hay cosas mejores en el mundo que la política”.

Sonny Rollins recuerda muchos nombres de compañeros que ya no están entre nosotros. “Charlie Parker o Clifford Brown eran muy jóvenes cuando murieron pero aportaron muchísimo al mundo del jazz, Yo tengo la suerte de seguir vivo y no me atrevería a decir en qué se equivocaron. La idea de vida no es vivir lo más posible sino contribuir lo más posible a la vida de los demás”.

Sonny Rollins afirma no saber todavía lo que tocará esta noche. “Llevamos diez temas en el repertorio y justo antes de salir escojo lo que tocaremos y el orden. Cada concierto es diferente”. Pero siempre suele concluir a los ritmos caribeños de Don´t stop the carnaval. Sonríe. “Procuro evitar ese tema porque lo toco demasiado a menudo pero…”. En los últimos años prácticamente todos los premiso importantes del mundo del jazz han recaído sobre su persona. “Cuando los recibo me siento muy humilde y un poco avergonzado. Coleman Hawkins, Lester Young,…ninguno de los grandes, de los que yo he aprendido, recibieron ningún premio. Cuando los recojo me veo extraño y siempre que me dejan hablar digo que los acepto en nombre de los grandes músicos de jazz de los que aprendí”.

Su mánager da por concluido el encuentro alegando el cansancio del saxofonista, pero da la impresión de que a Sonny Rollins no le cansa comunicarse con la palabra o con la música, “Sigo disfrutando al tocar música”, añade antes de la despedida. “Si no diera conciertos estaría tocando en mi salón. Disfruto mucho del directo, de la interacción con el público, del deseo de hacerlo muy bien, en el fondo se trata de eso”.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Sonny Rollins en el Palau - Festival de jazz Barcelona 2012


El último gran saxofonista vivo de los grandes grandes, de los que se pueden contar con una mano, de los que fueron y todavía son, es sin duda Sonny Rollins. No hará falta que mencione que esta leyenda viva del jazz tiene ya 82 primaveras, casi me atrevería a decir 82 otoños a estas alturas, y que simplemente el hecho de seguir en activo ya es, cuando menos, impresionante.

La última vez que tuve el placer de presenciar una actuación del Sr. Rollins fue hace cinco años y por entonces ya andaba achacoso, caminaba completamente doblado y en continuos vaivenes, componiendo el dibujo de su espalda arqueada y las curvas del saxo una curiosa imagen cuando el músico entraba en movimiento, con un balanceo titubeante y arriesgado que hacía pensar que seguramente sería la última vez que tendría la posibilidad de verlo tocar. Pues bien, cinco años después, puedo afirmar que estaba equivocado. Sonny sigue en perfecta forma musical, desgaste vital aparte.

El pasado martes 20 de noviembre ofreció una muestra más de su talenteo en el precioso Palau de la música catalana de la ciudad condal. Primero salió la banda, sin Sonny, Clifton Anderson (trombón), Saul Rubin (guitarra), Sammy Figueroa (percusión), Bob Cranshaw (bajo) y Kobe Watkins (batería), dejando un respetuoso espacio para que ese primer gran aplauso que haría temblar los cimientos del Palau fuese total e indiscutiblemente para el mítico soplador. Fue como un…“Con ustedes Mr. Sonny Rollins” ¡Qué privilegio poder oir esas palabras!

El inicio ya fue prometedor con un Rollins enchufado a su música potente que dejó claro que todavía no había dicho su última palabra sobre los escenarios y que, al menos esa noche, aguantaría los 105 minutos de directo. Cada vez que Rollins se acercaba el saxo a la boca el Palau se venía abajo. Cada solo, cada intervención, era jaleada por el respetable con verdadera locura. Y Sonny estaba enchufado, de eso no había duda. Sin embargo, he de reconocer que no es el Rollins que vi en 2007. Estos cinco últimos años no han pasado en vano y, ahora, el gran Sonny Rollins es la imagen de un músico por vocación, la imagen del amor a la música por la música en sí misma. Si bien sus intervenciones gozan de la misma electricidad de siempre, ya que cuando Sonny Rollins ataca su saxo el sonido es directo y contundente, no diré que como siempre pero casi, se nota que los solos están un poquito más espaciados entre sí y que, durante las intervenciones individuales de sus compañeros de escenario se reserva un tanto, pero todos los que allí estábamos juramos guardarle el secreto. Aún así, cada vez que toma protagonismo una nueva racha de brillantez desenmascara a una bestia que parecía dormida. Y digo bien si digo bestia, porque con el saxo en la boca a Sonny Rollins le sale la bestia que lleva dentro y, mientras lo mantiene así, dejando que su incontinencia pulmonar reviente de sonido el ambiente, nadie duda de que sigue siendo el mismo Sonny.

En todo momento se le ve feliz de tocar, de conectar con el público, de calentarse junto con la audiencia. No para de hablar entre tema y tema a pesar de arrastrar la voz y, para mí, hacerse ininteligible en algunos momentos. Pero el público le ríe las gracias, le aplaude, lo hace sentirse cómplice, sentir que gusta, que todos disfrutan tanto como él. Por supuesto que no deja de levantar el puño, de animar más que el primero, de mantener una nota, soltar el saxo con la otra mano y jalearnos a todos, pedirnos más y dejar muy claro que estamos en una fiesta y que él se lo está pasando muy bien. Y por lo menos yo sentí que, con ese calor que le estábamos dando (y no hay mejor manera de darle calor a un músico como Sonny Rollins que vi-vi-en-do-su-mú-si-ca en directo) le estábamos devolviendo lo que durante toda su carrera él nos había dado a todos nosotros, en sus grabaciones, en sus conciertos, en su presencia durante décadas en las listas personales como referente inconfundible del saxo tenor.

Ni que decir tiene que cuando sonaron los primeros compases de “My one and only love” supe que en ese instante viviría uno de los momentos en concierto que recordaré con más cariño el resto de mi vida. El eco del tenor de Rollins ascendió como si un líquido mágico entrara en ebullición y se evaporara por los vericuetos del escultural marco escénico del Palau de la música hasta llegar directo al corazón. Sólo con eso ya había valido la pena estar allí, pero Rollins insistió en retorcerse sobre el instrumento (no deja de ser curioso que sólo cuando toca su columna se endereza y su cuerpo vuelve a la forma original) y perderse en improvisaciones geniales ante un grupo de músicos esperando ver qué nueva chispa saltaba del genio.

No diré que fue un concierto espectacular, pero las emociones, el ver a Rollins una vez más, suplieron lo que le faltaba para llegar al sobresaliente y cubrieron las carencias de un trombonista menos contenido que Anderson o de un guitarrista más “caliente” que Rubin.


En líneas  generales no estuvo mal y lo mejor fueron los momentos, sin duda. Lástima que el público que tanto contribuyó a la fiesta al principio perdiera su fuerza al final de la actuación. Ni siquiera hubo bis, los aplausos continuaron al terminar el concierto hasta que los músicos salieron a saludar y ya todos parecieron darse por satisfechos. No pidieron más, no aplaudieron más, no “obligaron” a Sonny a darnos un poquito más. Incluso pude ver, atónito como más de uno y más de dos, antes de acabar el concierto, cual partido de fútbol medio resuelto, se fueron marchando o colocándose a tiro de la escalera para salir pitando. Será que el que escribe está demasiado bien acostumbrado a otro tipo de público, n´est pas?

martes, 6 de noviembre de 2012

Kenny Garrett. XXVI Festival Internacional de Jazz de Málaga.


El XXVI Festival Internacional de Jazz de Málaga se abrió con la actuación de Kenny Garrett, con una formación en quinteto, con Garrett a los saxos alto y soprano, Vernell Brown al piano, Corcoran Holt al contrabajo, McClenty Hunter a la batería y Rudy Bird a la percusión.

El concierto empezó con una trepidante descarga, porque no tiene otro nombre lo que pudo presenciarse esta noche en el teatro Cervantes de la capital de la costa del sol. Si bien la excusa de este concierto era la gira de promoción del último disco del saxofonista Seeds from the underground (que ha aprovechado el tirón mediático del nombre de los músicos a los que rinde tributo, tales como Jackie McLean, Roy Haynes o Keith Jarrett para gozar de una mayor difusión mediática), claramente se vio en los primeros temas que los músicos estaban allí para algo más que para tocar su disco. Como muestra diremos que cuando el tercer tema tocaba a su fin estábamos allá por los 53 minutos de concierto.

Ciertamente el derroche y la entrega del líder de la banda quedo claro cuando éste comenzó a intercalar sus improvisaciones y conmocionó al auditorio. Los solos del saxofonista se extendieron minutos y minutos y minutos. La banda, sin abandonar en ningún momento el ritmo endiablado, parecía aguantar el tipo en lo que más se asimilaba a una maratón de acompañamientos que a una plácida velada de jazz.

Si bien parecía un comienzo más bien soso, los músicos pronto se encargaron de sacarnos del escepticismo para introducirnos en una vorágine de réplicas y contrarréplicas donde el talento creativo desafiaba las capacidades más extremas como instrumentistas de toda la banda generando un cierto tipo de energía que aún no sé muy bien como describir. Baste decir que, desde la primera fila, los dedos del contrabajista se movían tan rápido que eran difíciles de seguir y que los brazos del baterista más parecían los de un robot descontrolado que los de un ser humano. Pasaban los minutos y no había tregua, y entonces Garrett se enfrentó en un duelo de discursos instrumentales con Hunter, que golpeó su batería hasta la extenuación. Había que estar allí para ver la expresión del drumer del grupo, parecía estar en trance, la mirada perdida, la expresión de estar al límite de sus capacidades físicas, y Garrett sacudiendo su instrumento arriba y abajo, pidiéndole más y más, sabedor de que encontraría respuesta. Doy mi palabra de que desde hoy lo llamaré McClenty “Animal” Hunter.

Mientras tanto, el contrabajista no le iba a la zaga, las yemas de sus dedos casi rebotaban en las cuerdas y su mano izquierda acompañaba las notas surgidas de los dedos de su mano derecha con el rasgueo de las cuerdas en la parte alta del mástil, en una alternancia de sonidos que, intercalada en toda la jungla musical a la que servía de acompañamiento, devenía en una suerte de climax rítmico que degeneraba en locura colectiva.

Es significativo que estos dos músicos, bajista y baterista, son los dos únicos del quinteto que no participaron en la grabación del disco, aunque desconocemos, de momento, las razones de dicho cambio de formación.

El pianista, Vernell Brown, se movió en los límites de la discreción, no pasando de una actuación correcta, si bien tampoco le fue dado mucho más lugar para lucirse. Y el percusionista, también correcto, sobreinstrumentó por momentos la actuación que, a gusto del que escribe, hubiese podido prescindir del instrumentista en algunos temas sin merma de la calidad musical.

Garrett por su parte, mantuvo el notable alto durante toda la actuación, alternando el alto, con el que se dedicó a sus largas improvisaciones, eléctricas y expresivas, con el soprano, que mostró a un saxofonista mucho más introspectivo y calmado. Aunque no se mostró muy cálido durante el concierto, lo arregló al final animando al público a acompañarlo, más allá de lo razonable, hasta casi hacerse pesado, alargando tanto el último tema que evitó los bises.

En definitiva, poco más de dos horas de concierto que, una vez más, nos recordaron el porqué de ver música en directo. Incluso para los que no sean demasiado seguidores de este músico, su directo, a juzgar por lo que vimos esta noche en el escenario, es digno de ver.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Chucho Valdés y Buika


Esta noche el Teatro Cervantes de Málaga se vistió de gala para un cumpleaños muy especial, los 20 años de CUDECA. Y no podían haber encontrado una mejor manera de celebrarlo que con un concierto. En esta ocasión Chucho Valdés, que mañana será nombrado hijo adoptivo de Málaga, y la cantante Buika hicieron los honores y sorprendieron a todos los presentes con una velada excepcional.

En la primera parte del concierto Chucho, a piano solo, repasó un buen puñado de temas de los más variados estilos, como suele ser costumbre en él. Bésame mucho, Blue Monk, Manisero, Caridad Amaro, etc, iban goteando de los dedos de Valdés a las teclas de su piano con esa combinación tan impresionante de virtuosismo y delicadeza que caracteriza al pianista cubano. La destreza del músico, por más conciertos que se vean de él, no deja de provocar perplejidad. Su paso de la sensibilidad más intensa al virtuosismo más exquisito es impresionante, pero es que, además, lo hace tan bien que parece fácil y, sin embargo, pocos pianistas podrán intentarlo con tanto éxito como Valdés.

Tras el descanso, y luego que Chucho se quedó a gusto de sacarle aún más partido al piano en solitario, hizo su aparición en escena la cantante Buika. Si el escenario ya estaba lleno de magia con la figura del pianista bajo los focos del Cervantes desplegando todo ese espectro de músicas, la presencia de la vocalista directamente rasgó las entrañas de todos removiéndonos el sentir más profundo. La presentación elegante, al estilo de las más clásicas, de las grandes, la belleza singular de su rostro, la simpatía de su gesto, la voz capaz de desenterrar el sentimiento más oculto, la espontaneidad sobre el escenario, son tantas las cualidades que adornan a esta artista que no sabría cuál destacar más.

El público recibía los temas casi en vilo; tras cada canción/interpretación/derroche de facultades los espectadores, sobrecogidos, rompían en aplausos enfervorizados, y realmente lo estaban. Tenían donde elegir. No se sabe si más motivados por los solos del pianista o el desgarro con el que la cantante planteaba cada canción como si estuviera contando su propia vida, su propia experiencia.

Sin duda el directo de estos dos músicos es algo espectacular. Hace poco grabaron un disco juntos llamado “El último trago” de factura exquisita, desde luego, pero que queda ensombrecido por el directo tan fantástico que son capaces de brindar a una audiencia. Créanme que merece la pena.

Y después de un largo y gran concierto, el cubano todavía tuvo tiempo para sentarse pacientemente en el hall del teatro y firmar a todos los que quisieron acercarse, regalando ese entusiasmo que nunca se borra de su rostro y ese don natural para transmitir su calor personal a cualquiera que se aproxime al genio caribeño. Que sigas muchos años más, Chucho!

domingo, 9 de septiembre de 2012

Del Adaja al Mississippi


     Los amantes del jazz estamos de enhorabuena. Hoy ha comenzado su andadura en las ondas un nuevo programa dedicado íntegramente al jazz llamado “Del Adaja al Mississippi”, dirigido y presentado por Paco Albert. El programa puede ser sintonizado, para aquellos que estén en la zona de Avila, en Radio Adaja, en el 107.2 FM y, lo que es más importante, también online, en la web de la emisora www.radioadaja.es y se emite los domingos de 18.30 a 19.30 horas.

       En este programa podremos encontrar toda clase de jazz, desde el más clásico al más moderno, dejándonos llevar de la mano por Paco Albert a través de los vericuetos de esta música. Sin duda gran conocedor y, sobre todo, gran apasionado de ésta y de otras músicas, estoy seguro de que vamos a poder aprender muchas cosas.

       Cada domingo ofrecerá a todos los oyentes un menú de degustación, a veces variado, a veces temático, para ir desgranando y profundizando este estilo tan íntimo de expresar los sentimientos con notas como es el jazz.

       Desde aquí le deseamos al programa una larga trayectoria y que haga disfrutar a cuantos más mejor, tanto a los grandes aficionados como a aquellos que se acerquen por curiosidad y queden atrapados por su magia.

       No dejéis de escucharlo porque, después de haber oído la primera edición del programa, hemos quedado encantados, por el buen gusto, por la armonía que transmite el presentador y por el sabor de boca que nos ha dejado. No os lo perdáis.

lunes, 23 de julio de 2012

Steve Harris se lanza en solitario

El próximo 24 de septiembre saldrá el primer album en solitario de Steve Harris, bajista y compositor de Iron Maiden, con diversas influencias como Rush, Led Zeppelin o Journey, según cita el mismo Harris, separándose del estilo metálico de la banda del bajista.

El disco se titulará "British lion" y contendrá diez temas. Se rumorea que tendrá partes que se acercan mucho al progresivo, contando con la colaboración del cantante Richard Taylor y del guitarrista David Hawkins, auque todavía se desconoce la formación completa.

La verdad es que el talento de este músico, más allá de las poses metálicas, ha ido quedando demostrado disco tras disco, notándose bastante la progresión a través de las composiciones de las que abastece a Iron Maiden, a pesar de estar encorsetado en la estructura heavymetálica del grupo. Muchos son los indicios que a los largo de los años hemos podido percibir de la fiera compositiva que dormía en el interior de Harris. Esperemos que toda esa energía haya sido bien encauzada y no se trate tan sólo de un proyecto comercial más de los que saturan el mercado, salidos de componentes de grandes bandas que inician su carrera en solitario con un primer y único disco. Tienes nuestro voto de confianza Steve. A ver qué haces¡

martes, 17 de julio de 2012

Muere Jon Lord

Si preguntaramos a la gente por la calle el nombre de un teclista del rock que recuerden supongo que a una inmensa mayoría se le vendría a la cabeza el nombre de Jon Lord. Supongo que eso resume fácilmente lo que significa ser una estrella inigualable en cualquiera de las artes, entre ellas la música. Toda palabra se me antoja, pues, insuficiente para despedir al señor del Hammond por excelencia. Desgraciadamente, Jon Lord falleció ayer, 16 de julio, debido a una embolia pulmonar.

El músico ya anunció el verano pasado que estaba afectado por un cáncer “Me gustaría hacer saber a todos mis amigos, seguidores, fans y colegas de travesía que estoy luchando contra un cáncer y que, consecuentemente, estaré un tiempo fuera de los escenarios para seguir el tratamiento y curarme. Por supuesto seguiré escribiendo música –en mi caso esto ha de formar parte de la terapia sí o sí- y espero confiado poder regresar en buena forma el año que viene”. Desgraciadamente no ha sido así, golpeando fuertemente a la familia del rock.

Y es que la huella de Jon Lord es mucho más profunda de lo que puede pensarse. Auténtico valuarte del teclado en un estilo de música dominado por las guitarras supo personalizar de tal manera su instrumento que alcanzó una categoría independiente incluso a la sombra de un músico tan controvertido como Ritchie Blackmore.

Porque la carrera de Jon Lord está marcada por su paso y sus composiciones en Deep Purple. Aunque más bien habría que decir que, si Jon Lord no se hubiese incorporado a aquellos Roundabout (anterior nombre de la banda) puede que Deep Purple no hubiese sido lo mismo. Y por si fuera poco, interrumpida la carrera de Deep Purple a mediados de los 70 (recordemos que los purple estuvieron separados entre 1976 y 1984) se unió a otro mítico grupo, Whitesnake, con el que grabó maravillosos álbumes con un estilo que cohesionaba perfectamente su destreza a las teclas y el rock´n´roll blues del grupo de Coverdale y que le vino como anillo al dedo. Junto a estas dos bandas, el teclista de Leicester también tuvo una espléndida ruta en solitario además de participaciones en otras bandas de menor calado.

Seguro que en ese extraño lugar en el que todos los músicos de rock descansan eternamente te estarán esperando tu amigo Cozy,  Bon, Ronnie, Rory y tantos otros para disfrutar de una gran jam session en tu honor. Adiós Jon, fuiste un auténtico Lord de los teclados.

sábado, 14 de julio de 2012

Chucho toca para Bebo

No podía ser otro el titular del concierto que anoche pudimos disfrutar en “Portón del Jazz”,  festival que organiza el municipio de Alhaurín de la Torre (Málaga). Sin duda uno de los mejores espectáculos que pueden verse por el territorio nacional en estos últimos años: un nuevo concierto de Chucho Valdés. Da igual el formato de la banda, Chucho siempre sorprende con el mágico paseo de sus dedos por el teclado, con la variedad de sus adaptaciones, la improvisación en conexión directa con el sentir del público y, sobre todo, un carisma y una simpatía al alcance de muy pocos. Si a todo esto unimos que anoche hubo un espectador de excepción en primera fila, su padre, el inigualable Bebo Valdés, pronto comprenderán que los que no estuvieron allí perdieron una oportunidad única de participar en el “trance” musical y emocional que la banda de Chucho creó en el recinto alhaurino.

 Ya antes de la entrada de los músicos la expectación por ver con que sorprendería el músico cubano/malagueño (recordemos que recientemente ha sido propuesto como hijo adoptivo de la provincia de Málaga por la diputación provincial) se palpaba en el ambiente. Las miradas entre los presentes decían “esta noche vamos a disfrutar” y ninguno podía prever que la primera sorpresa se produciría antes de lo previsto.

Minutos antes de las once de la noche, caminando con dificultad con el apoyo de dos personas, hacía su aparición en la primera fila del auditorio el gran Valdés, pero no el que todos estaban esperando sino el papá, el grandísimo y legendario Bebo Valdés. Los espectadores del lado izquierdo de la grada ya lo adelantaron con algunos gritos de exclamación y sorpresa “mirad, está Bebo…” y conforme su figura se iba adivinando al pie de escenario la ovación empezó a ser tan tremenda que ni siquiera pudo llegar a su asiento. Visiblemente emocionado por tan cálido acogimiento se deshizo en devolver tanto cariño con reverencias y muestras de agrado. Los aplausos continuaron mientras  su lento caminar lo llevó hasta el asiento que tenía asignado. El público ya estaba contagiado de una efervescencia colectiva, de un bonus track emocional que no estaba previsto. Había visos de una gran noche. Y la banda no se hizo esperar, los cinco músicos aparecían en el escenario inyectados de alegría por ese público que ya estaba rendido a la emoción y anhelante de buena música. En este caso la formación era un quinteto formado por Chucho Valdés al piano, Lázaro Rivero Alarcón al contrabajo y bajo eléctrico, Juan Carlos Rojas Castro a la batería, Yaroldy Abreu Robles y Dreiser Durruthy Bombalé a las percusiones.

Como saben, a Chucho no le hace falta mucha preparación para empezar a tocar en cuanto se sienta cerca del piano así que no se hizo esperar y arrancó el repertorio lleno de swing con un Tributo a Duke ellington  extendiendo su manto jazzístico sobre composiciones de los más diversos estilos, desde el célebre bolero “Bésame mucho“  hasta “Sheherezade” de Rimsky Korssakoff, pasando por “Malagueña”.

Al de Cuba le faltaron las pantuflas para sentirse como en una fiesta privada entre familia y amigos. Tan entrañable como siempre iba adentrándose en la noche con sus temas que parecían salpicados de capricho y se le notaba cada vez más a gusto. El público lo notaba y por ello cada uno de los espectadores se sentía especial por poder estar allí. Definitivamente la cercanía de este músico contrasta con la estantería que tiene en casa llena de premios Grammy. Pero, por si no lo saben todavía, Chucho es único. Aparte de una nueva exhibición del maestro Valdés -una más pero nunca dejamos de quedarnos con la boca abierta como si fuera la primera vez- es destacable el especial estado de gracia del batería Juan Carlos Rojas, aunque los cinco estuvieron muy bien porque se notaba que se lo estaban pasando genial en el escenario y, ya se sabe que cuando los músicos de jazz disfrutan tocando surgen momentos inolvidables.

El bajista alternaba el contrabajo con el bajo eléctrico según los temas haciendo gala de una exquisita técnica y los percusionistas volvían locos a la grada calentando más si cabe cada instante. No podemos dejar de mencionar los cantos caribeños de los que todos participaban que el público agradeció como guindas de pastel.

El momento más emotivo de la noche fue cuando Chucho anunció que el siguiente tema iba dedicado a su padre, Bebo Valdés; un tema compuesto en homenaje, según la explicación del propio Chucho, a la madre de Bebo, que es su abuela, Caridad Amaro. La locura colectiva no tardó en transformarse de nuevo en aplausos que Bebo hizo suyos con ese gran corazón que tiene dentro del pecho, visiblemente emocionado por la ovación de los malagueños.

En definitiva una gran noche de música a la que no le faltó nada, en un entorno estupendo, con una temperatura idónea para una velada de concierto. Esperemos que se repita lo más pronto posible.