El
XXVI Festival Internacional de Jazz de Málaga se abrió con la actuación de
Kenny Garrett, con una formación en quinteto, con Garrett a los saxos alto y
soprano, Vernell Brown al piano, Corcoran Holt al contrabajo, McClenty Hunter
a la batería y Rudy Bird a la percusión.
El
concierto empezó con una trepidante descarga, porque no tiene otro nombre lo
que pudo presenciarse esta noche en el teatro Cervantes de la capital de la
costa del sol. Si bien la excusa de este concierto era la gira de promoción del
último disco del saxofonista Seeds from
the underground (que ha aprovechado el tirón mediático del nombre de los
músicos a los que rinde tributo, tales como Jackie McLean, Roy Haynes o Keith
Jarrett para gozar de una mayor difusión mediática), claramente se vio en los
primeros temas que los músicos estaban allí para algo más que para tocar su
disco. Como muestra diremos que cuando el tercer tema tocaba a su fin estábamos
allá por los 53 minutos de concierto.
Ciertamente
el derroche y la entrega del líder de la banda quedo claro cuando éste comenzó a
intercalar sus improvisaciones y conmocionó al auditorio. Los solos del
saxofonista se extendieron minutos y minutos y minutos. La banda, sin abandonar
en ningún momento el ritmo endiablado, parecía aguantar el tipo en lo que más se
asimilaba a una maratón de acompañamientos que a una plácida velada de jazz.
Si
bien parecía un comienzo más bien soso, los músicos pronto se encargaron de
sacarnos del escepticismo para introducirnos en una vorágine de réplicas y
contrarréplicas donde el talento creativo desafiaba las capacidades más
extremas como instrumentistas de toda la banda generando un cierto tipo de
energía que aún no sé muy bien como describir. Baste decir que, desde la
primera fila, los dedos del contrabajista se movían tan rápido que eran
difíciles de seguir y que los brazos del baterista más parecían los de un robot
descontrolado que los de un ser humano. Pasaban los minutos y no había tregua,
y entonces Garrett se enfrentó en un duelo de discursos instrumentales con
Hunter, que golpeó su batería hasta la extenuación. Había que estar allí para
ver la expresión del drumer del
grupo, parecía estar en trance, la mirada perdida, la expresión de estar al
límite de sus capacidades físicas, y Garrett sacudiendo su instrumento arriba y
abajo, pidiéndole más y más, sabedor de que encontraría respuesta. Doy mi
palabra de que desde hoy lo llamaré McClenty “Animal” Hunter.
Mientras
tanto, el contrabajista no le iba a la zaga, las yemas de sus dedos casi
rebotaban en las cuerdas y su mano izquierda acompañaba las notas surgidas de
los dedos de su mano derecha con el rasgueo de las cuerdas en la parte alta del
mástil, en una alternancia de sonidos que, intercalada en toda la jungla
musical a la que servía de acompañamiento, devenía en una suerte de climax
rítmico que degeneraba en locura colectiva.
Es
significativo que estos dos músicos, bajista y baterista, son los dos únicos
del quinteto que no participaron en la grabación del disco, aunque
desconocemos, de momento, las razones de dicho cambio de formación.
El
pianista, Vernell Brown, se movió en los límites de la discreción, no pasando
de una actuación correcta, si bien tampoco le fue dado mucho más lugar para
lucirse. Y el percusionista, también correcto, sobreinstrumentó por momentos la
actuación que, a gusto del que escribe, hubiese podido prescindir del
instrumentista en algunos temas sin merma de la calidad musical.
Garrett
por su parte, mantuvo el notable alto durante toda la actuación, alternando el
alto, con el que se dedicó a sus largas improvisaciones, eléctricas y
expresivas, con el soprano, que mostró a un saxofonista mucho más introspectivo
y calmado. Aunque no se mostró muy cálido durante el concierto, lo arregló al
final animando al público a acompañarlo, más allá de lo razonable, hasta casi
hacerse pesado, alargando tanto el último tema que evitó los bises.
En
definitiva, poco más de dos horas de concierto que, una vez más, nos recordaron
el porqué de ver música en directo. Incluso para los que no sean demasiado
seguidores de este músico, su directo, a juzgar por lo que vimos esta noche en el
escenario, es digno de ver.
El pianista no fue Benito Gonzalez.
ResponderEliminarCierto, fue Vernell Brown. Tanto meterme con él y no le pongo el nombre. Ahora mismo edito. Gracias, anónimo.
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