Esta
noche el Teatro Cervantes de Málaga se vistió de gala para un cumpleaños muy
especial, los 20 años de CUDECA. Y no podían haber encontrado una mejor manera
de celebrarlo que con un concierto. En esta ocasión Chucho Valdés, que mañana
será nombrado hijo adoptivo de Málaga, y la cantante Buika hicieron los honores
y sorprendieron a todos los presentes con una velada excepcional.
En
la primera parte del concierto Chucho, a piano solo, repasó un buen puñado de
temas de los más variados estilos, como suele ser costumbre en él. Bésame
mucho, Blue Monk, Manisero, Caridad Amaro, etc, iban goteando de los dedos de
Valdés a las teclas de su piano con esa combinación tan impresionante de
virtuosismo y delicadeza que caracteriza al pianista cubano. La destreza del
músico, por más conciertos que se vean de él, no deja de provocar perplejidad.
Su paso de la sensibilidad más intensa al virtuosismo más exquisito es
impresionante, pero es que, además, lo hace tan bien que parece fácil y, sin
embargo, pocos pianistas podrán intentarlo con tanto éxito como Valdés.
Tras
el descanso, y luego que Chucho se quedó a gusto de sacarle aún más partido al
piano en solitario, hizo su aparición en escena la cantante Buika. Si el
escenario ya estaba lleno de magia con la figura del pianista bajo los focos
del Cervantes desplegando todo ese espectro de músicas, la presencia de la
vocalista directamente rasgó las entrañas de todos removiéndonos el sentir más
profundo. La presentación elegante, al estilo de las más clásicas, de las
grandes, la belleza singular de su rostro, la simpatía de su gesto, la voz
capaz de desenterrar el sentimiento más oculto, la espontaneidad sobre el
escenario, son tantas las cualidades que adornan a esta artista que no sabría
cuál destacar más.
El
público recibía los temas casi en vilo; tras cada canción/interpretación/derroche
de facultades los espectadores, sobrecogidos, rompían en aplausos
enfervorizados, y realmente lo estaban. Tenían donde elegir. No se sabe si más
motivados por los solos del pianista o el desgarro con el que la cantante
planteaba cada canción como si estuviera contando su propia vida, su propia
experiencia.
Sin
duda el directo de estos dos músicos es algo espectacular. Hace poco grabaron
un disco juntos llamado “El último trago” de factura exquisita, desde luego,
pero que queda ensombrecido por el directo tan fantástico que son capaces de
brindar a una audiencia. Créanme que merece la pena.
Y
después de un largo y gran concierto, el cubano todavía tuvo tiempo para
sentarse pacientemente en el hall del teatro y firmar a todos los que quisieron
acercarse, regalando ese entusiasmo que nunca se borra de su rostro y ese don
natural para transmitir su calor personal a cualquiera que se aproxime al genio
caribeño. Que sigas muchos años más, Chucho!